viernes, 17 de noviembre de 2006

¿Seré Adicto Al Sexo?

Nuestra cultura occidental mantiene todo lo relativo al sexo como un tema tabú, intocable; que todos disimulamos, ocultamos, e incluso consideramos como de mala educación tratarlo en público. Por ello, aunque 6 de cada 100 personas la padecen, de las que 2 son mujeres, la adicción al sexo es la menos conocida de todas las adicciones; de hecho no fue hasta 1987 cuando la Asociación Americana de Psiquiatría la consideró como enfermedad.

El sexo es una actividad natural que gobernamos, pero si deja de ser así y se convierte en lo prioritario, en una obsesión, cuando llega a controlar y perjudicar la vida de la persona en lugar de enriquecerla, entonces estamos ante un caso de adicción al sexo.

La falta de información sobre el tema puede llevarnos a razonamientos parecidos a los siguientes: «Me encanta todo lo relativo al sexo, ¿seré un adicto a él?», «Llevo un año casado/a y no desaprovecho ocasión para hacer el amor con mi mujer/marido, ¿me habré transformado en un adicto/a sexual?», «¿Son normales mis fantasías sexuales o serán un síntoma de adicción?».

Confió en que al final de este escrito el lector tenga los elementos de juicio necesario para poder dar una respuesta satisfactoria a esas preguntas.

Conducta Del Sexoadicto.

Lo primero a tener en cuenta con respecto a este problema es que es una adicción, y por tanto comparte los patrones de cualquiera de ellas:

—Quien la padece necesita cada vez más sexo para sentirse bien.

—El tiempo dedicado a actividades sexuales es superior al deseado.

—El enfermo niega su adicción. Justifica su comportamiento con todo tipo de excusas, tales como que le gusta mucho, o que no puede dejar de practicarlo porque es muy «macho», etc.

—Toda su vida gira en torno al sexo. Sólo se siente bien ocupándose en lo relativo a esta adicción. Hay una necesidad incontrolable de sexo de todo tipo: relaciones sexuales con otras personas, masturbación, uso de pornografía, etc.

—Tiene síndrome de abstinencia cuando no lo puede practicar (ansiedad, temblores, nerviosismo, insomnio, etc.), que desaparece al «consumir una nueva dosis» de sexo.

—La adicción controla a quien la padece, por lo que no logra reducir sus actividades sexuales aunque lo desee e intente con fuerza.

—Las situaciones cotidianas conflictivas le aumentan la necesidad de sexo.

—No valora las consecuencias desastrosas (a nivel personal, social, laboral, económico y familiar) de su adicción.

En segundo lugar, hay que considerar que la adicción al sexo es una enfermedad, que hace sufrir a quien la padece o a los de su entorno:

—Provoca fuertes sentimientos de vergüenza, vacío y culpa, lo que en ocasiones le lleva a caer en estados depresivos, que paradójicamente intenta mitigar con más sexo.

—La actividad sexual le proporciona placer a la persona sana, pero no al adicto, que siempre está insatisfecho.

—Están incapacitados para el genuino amor. Ven en los demás simples objetos de placer que tan sólo les sirven como «cosas de usar y tirar».

—Las infidelidades le provocan graves problemas con su pareja.

—Su rendimiento laboral se resiente a causa de las interferencias que le produce su obsesión por el sexo.

—Sufren perjuicios económicos por los gastos que realizan al realizar habituales llamadas a líneas eróticas, por acudir frecuentemente a prostíbulos, a salones de masajes, por comprar artículos pornográficos, etc.

—Viven en un constante estado de estrés, en parte por la búsqueda permanente de satisfacer su adicción, y también por el desgaste que les supone ocultar su conducta manteniendo una doble vida.

Causas.

El origen es desconocido, aunque aspectos comunes de la personalidad y biografía de los que la padecen apuntan como desencadenantes a fuertes carencias afectivas durante la infancia, vacío existencial, vivencia de gran soledad, egocentrismo y haber sentido rechazos y humillaciones por parte del otro sexo durante la adolescencia. También es significativo que en 8 de cada 10 pacientes haya antecedentes traumáticos debidos a abusos sexuales.

Durante el acto sexual el cerebro libera endorfinas (de efectos iguales a los de la morfina pero 100 veces más potentes que ella) y otras sustancias químicas responsables del estado placentero que va ligado al sexo. Una hipótesis a tener en cuenta es que el adicto al sexo no lo sea a él sino a esas drogas. Según esta teoría, de la misma manera que el morfinómano se inyecta morfina para aliviar el mono que le produce su ausencia, el sexoadicto hace que su cerebro libere en el torrente circulatorio endorfinas usando para ello el sexo, por lo que la práctica de la sexualidad en estos adictos sería tan sólo un medio para obtener esas drogas internas, que son quienes de verdad le tienen enganchado.

Grados De Adicción.

Como ocurre con cualquier otra adicción, no todos los que la padecen lo hacen con la misma intensidad, ni sus manifestaciones son las mismas. A modo de guía, vamos a hacer una clasificación de la sexoadicción en función de las alteraciones que provocan en la persona y en su entorno familiar y social.

1 —Adictos Temporales.

Es la de aquellos que están «obsesionados» por el tema erótico durante un periodo de tiempo limitado, tras el cuál vuelven a la normalidad. Aunque presentan en mayor o menor medida todos o alguno de los síntomas de la adicción al sexo, en realidad no es tal puesto que esos estados son provocados por situaciones naturales de la vida.

Dentro de este grupo se encuentran los adolescentes, en quienes la irrupción brusca e intensa de hormonas sexuales les lleva a hacer girar su vida en torno al sexo. No es extraño encontrar jóvenes que se masturban varias veces al día, que practican (o practicarían si pudieran) sexo con quien fuere, sin ningún tipo de afecto hacia la otra persona; buscan pornografía por Internet, tienen fantasías eróticas frecuentes, etc. El cuadro es a veces tan intenso que les impiden concentrarse en los estudios, motivo por el cual este periodo de la vida se corresponde en muchas ocasiones con una caída notable del nivel académico. Mas esta adicción es en la mayoría de los casos algo temporal, que cura con la maduración que da el paso del tiempo. Lo más importante a cuidar con estos jóvenes es que reciban la educación conveniente para que sepan evitar embarazos y enfermedades venéreas.

En este apartado también hay que incluir a los recién emparejados, quienes piensan y practican el sexo a todas horas. La naturaleza es muy sabía y hace que durante los dos o tres primeros años de vida en común la unión de la pareja esté gobernada por la sexualidad, con ello se consigue que las primeras fricciones que produce la convivencia queden amortiguadas por la pulsión del instinto, con lo que se permite madurarlas sin llegar a la ruptura (que está imposibilitada por la fuerte atracción sexual).

2 —Adictos Sólo Con Su Pareja.

Es el primer grado de enfermedad, por lo que ya precisan un tratamiento específico. Son personas que están obsesionados con el sexo, como todos los que padecen esta adicción, pero sus prácticas eróticas recaen exclusivamente en ellos mismos (masturbación) y en su cónyuge.

Hace algunos años la prensa difundió la noticia de que a un súbdito alemán le habían concedido la invalidez permanente a causa de su necesidad de hacer el amor con su esposa de ocho a diez veces al día, circunstancia por la que le era totalmente imposible realizar una jornada laboral.

Me viene a la cabeza el caso de un hombre mayor, ya jubilado, cuya esposa solicitaba ayuda para «ver si le pueden dar algo a mi marido para que se calme, porque ya me es inaguantable hacerlo con él seis o siete veces al día».

3 —Adictos Plenos.

Son la de aquellos que extienden sus prácticas fuera de la pareja. En ocasiones lo hacen con su cónyuge y además con otras personas, pero hay muchos que mantienen una sexualidad muy pobre con su consorte y riquísima con los extraños. Son portadores de una doble vida y candidatos a la ruina económica (gastos en prostíbulos, habitaciones de hotel, líneas eróticas, etc.) y familiar (cuando sus infidelidades salen a la luz provocan grandes tensiones con su pareja).

Tratamiento.

Como en el caso del alcoholismo, el primer paso decisivo en la curación de estas personas es que reconozcan su adicción. No se puede hacer nada por ellos mientras vayan por el mundo justificando su conducta. Una vez logrado, los tratamientos fundamentales son de tipo psicológico, con terapias individuales y de grupo, para lograr reafirmar su autoestima, sanar las heridas provocadas por los traumas de abuso sexual, etc. En algunos casos se complementa con psicofármacos, sobre todo ansiolíticos y antidepresivos.

El tratamiento es largo y en él no se busca la abstinencia sexual completa (ya que no es natural), sino reconducir la sexualidad al ámbito de actividad humana enriquecedora que le corresponde.

Para finalizar, como resumen de lo visto, copio un testimonio publicado en Internet de una adicta al sexo. Dice el refrán que una imagen vale más que mil palabras, y no hay nada mejor para comprender este mal que leer lo que nos cuenta una persona que lo padece. (Aclaro que los puntos suspensivos se encuentran en el original.)

«Me siento tan vacía y ese sentimiento de soledad que traté de llenarlo con sexo... necesito sexo todos los días y nunca quedo satisfecha... Sé que tengo un problema, pero me avergüenza que lo sepan mis padres... Incluso quedaba con chicos del Chat para sexo... pero cuando llegaba a casa... me sentía mal y empezaba a llorar... Me odio como soy y me avergüenzo... solo necesito ayuda. Me fui metiendo en un mundo algo no muy bueno por culpa del sexo y cumplir mis fantasías...».

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