viernes, 24 de noviembre de 2006

El Fin No Justifica Los Medios

Es una frase muy oída que el fin no justifica los medios, que para conseguir algo bueno no se puede realizar un acto malo. Pero, ¿por qué es así?

La razón es que lo malo nunca se debe ejecutar, siendo indiferente el para qué se haga. Cuando no es lícita una obra no se puede justificar su realización apoyándose en lo bueno que traerá consigo después. Para la ética es indiferente que se mate para el enriquecimiento del asesino o para que mil familias no se queden en paro. Como esta prohibido matar, no lo podemos hacer nunca, por lo que es implanteable el fin bueno que lo pretende justificar.

martes, 21 de noviembre de 2006

El Mundo Dentro De Cien Años

Hoy es miércoles 5 de agosto de 2106. Tú no me conoces, puesto que llevas hibernado cien años (desde el 2006). La semana próxima te van a resucitar y debo explicarte, de la forma más resumida posible, las diferencias de este mundo con el que tú conociste. Paso a exponer los aspectos que considero más importantes.

La Dinamo Gravitacional. Hasta el año 2052 se consideraba a la fuerza de la gravedad como un elemento constitutivo e inseparable de la materia. En esa fecha se inventa la dinamo gravitacional, que obtiene esa energía de forma independiente a la masa de los cuerpos. La manipulación de esta fuerza es muy usada para controlar fenómenos atmosféricos, como disolver tormentas y huracanes, por ejemplo; pero se emplea sobre todo para la navegación. Permite a una nave usar el polo repulsivo para separarse del suelo a la altura que se desee y para crear una coraza que impide a cualquier otro cuerpo chocar contra ella; y su polo positivo logra dirigirla a cualquier objeto del espacio (atraída hacia él). Con esta fuerza se logra también acelerar a velocidades muy superiores a las de la luz, lo que lleva a entrar en el transespacio, y reaparecer después en el lugar deseado de nuestro sistema material, al disminuir la velocidad a un tramo inferior al de la luz.

Extracción de energía atómica de cualquier elemento. En el 2006 se conseguía la energía de fisión a partir de una determinada masa crítica de elementos de núcleo inestable. En la actualidad, con masa de pocos gramos, cualquier elemento puede ser totalmente transformado en energía. Por eso ahora las “centrales nucleares” tienen todos los tamaños, pudiendo llegar a ser incluso portátiles (para algunos robots y vehículos terrestres). Huelga decir que ya no se usa la combustión de materias contaminantes (carbón, petróleo, etc.) como medio para proveerse de energía.

El agua potable. Dentro de pocos años será difícil encontrar un desierto en la tierra. El bajo precio y facilidad de empleo de la energía atómica ha sembrado de plantas desalinizadoras las costas de los mares, que no sólo cubren las necesidades humanas y animales sino que están repoblando de bosques las zonas desérticas. Gracias a la dinamo gravitacional ahora el agua no sólo va río abajo sino también del lugar de desalinización hacia las zonas altas interiores, lo que garantiza el suministro de agua potable a cualquier parte de la tierra.

El Plasma Digital. El medio informático de almacenamiento es por ionización de las grandes moléculas de una sustancia llamada plasma digital, lo que consigue guardar gran información en un pequeño espacio (por ejemplo, todos los textos publicados en el mundo caben en un disco de un centímetro de diámetro). Esto ha permitido, entre otras cosas, que ahora sólo haya un libro por persona. Es indistinguible de los de hace cien años, pero las páginas no son de papel sino pantallas. Por el lomo se introduce un cartucho que contiene la pequeña batería y el complejo informático que ilumina las páginas, haciéndolas así parecer en todo a un libro de papel. El lector elige el título que desea ver (entre los cientos de miles que hay en cada cartucho), y las hojas se iluminan con su contenido, cuando lo acaba de leer repite el proceso con otro texto, se borran las palabras del anterior y se sustituyen por las del nuevo.

La Robótica. La energía barata y sin límites unida al ingente almacenamiento de información en un espacio pequeño nos ha llevado a la robotización masiva. Hay robots de formas variadas, de todos los tamaños y para cualquier función imaginable. Pongo algunos ejemplos. De pocos centímetros, especializados en cazar cucarachas, orugas y otros insectos. Algo mayores para exterminar roedores y serpientes. Más grandes para guardar viviendas y locales. Los que realizan las tareas domésticas son muy diversos, desde los integrados en la estructura de la casa, cuya misión es de control y mantenimiento; hasta los humanoides, más o menos iguales al hombre (los más perfectos y caros son indistinguibles de las personas); pasando por los que ejecutan labores dentro del hogar, cuya forma y tamaño varía según planchen ropa, limpien suelos o cocinen, por citar alguna de sus funciones. Todas las fábricas importantes están mantenidas por autómatas cibernéticos.

Los Virus Saludables. La ingeniería genética tiene su máximo exponente en los saluvirus o virus saludables. Son virus creados por el hombre que infectan selectivamente las células que se desea, bien para destruirlas (caso de tumores malignos, por ejemplo), o para introducir en ellas un determinado código genético (para combatir el envejecimiento celular reponiendo las mitocondrias gastadas, para activar la producción de insulina en el páncreas de los diabéticos, etc.) . Otro uso importante es hacer inmunologicamente compatibles los tejidos a trasplantar. Los saluvirus modifican las células inmunitarias del receptor (en el caso de que no se pueda hacer una réplica de sus órganos, por no haber conservado sus células madre en el nacimiento) para que no rechace los tejidos del donante (que generalmente es un animal). También son los mejores antibacterianos y plaguicidas que se conocen.

Reguladores Emocionales. Reciben el nombre de reguladores emocionales (RE) los principios farmacológicos que inhiben o estimulan las emociones. Son muy eficaces, potentes e inocuos. Actúan selectivamente sobre los circuitos neuronales de cada emoción. Gracias a ellos se han erradicado los males derivados de la ira, del odio, de la envidia, etc (ahora, por ejemplo, nadie sufre por la ruptura de un relación de pareja, le basta tomar los RE específicos para pasar la crisis sin pena ni gloria). Las técnicas de reeducación de la conducta junto a los reguladores emocionales han transformado las cárceles de vuestra época en las clínicas que son en la actualidad.

Eclipseplasma. Ya se ha solucionado el problema del calentamiento de la tierra que tanto preocupaba hace cien años. Una nave despide por toda la estratosfera un producto muy difusible, totalmente opaco a la luz solar (Eclipseplasma) y de vida media muy corta (unas 12 horas), que por su efecto de eclipse hace disminuir, sólo durante un día, un 3% de los rayos solares que llegan a la tierra. La repetición periódica de ese proceso ha logrado neutralizar el calentamiento terrestre.

La Colonización De Las Estrellas. Lo visto en los puntos anteriores, en especial el dominio de la fuerza gravitacional y de la energía nuclear, nos ha permitido la colonización de otras estrellas. En el año 2084 finaliza el “Periodo Exploratorio de la Galaxia”, un sondeo estelar realizado por naves robots, que nos informan de haber encontrado dieciséis planetas que pueden ser habitados por el hombre. El 2 de febrero de 2089 parten de la tierra las primeras expediciones humanas hacia los tres más cercanos. Su éxito fue completo. En los últimos tres lustros se ha intensificado su colonización, siendo ahora siete el número de los planetas pisados por el hombre. A este ritmo de emigración se calcula que en el 2200 cada uno de ellos (los dieciséis) tendrán la misma población que la tierra.

Doy por finalizado este escrito, no sin antes aprovechar el momento para ponerme a tu disposición en lo que desees. Siento una gran admiración por ti, alguien que despierta tras cien años de sueño, y me agradaría mucho conocer de primera mano tus experiencias personales. Recibe un cordial saludo.

lunes, 20 de noviembre de 2006

¿Hay Una Religión Plenamente Verdadera?

Hace más de 50 años se nos inculcaba en la catequesis que el Catolicismo era la única religión verdadera. Y se remachaba esa idea explicando que a los justos que practican otras religiones, tras su muerte, para que puedan salvarse, Cristo los hace católicos al concederles el bautismo de deseo, el que Dios otorga a los buenos que sin culpa desconocen el Evangelio. ¿Y qué contaban aquellos instructores de la fe del resto de cristianos que a pesar de conocer a la iglesia de Roma no se hacían católicos? ¡Pues nos avisaban de que esos tenían muy cruda la posibilidad de salvarse!

Como botón de muestra del pensamiento en aquellos años cito un texto de san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei:

«”Minutos de silencio". —Quédese esto para ateos, masones y protestantes que tienen el corazón seco. / Los católicos, hijos de Dios, hablamos con el Padre nuestro que está en los cielos.» (Camino, punto 115, Editorial Rialp. Año 1955.)

Según esas palabras los únicos hijos de Dios del grupo son los católicos; y el resto poco puede hacer, porque además tienen el corazón seco. Considerando que ese libro pasó las rígidas censuras eclesiásticas de la época, hay que concluir que esa misma forma de pensar era la del catolicismo imperante.

Hay que reconocer que el santo fundador del Opus Dei modifico años después ese punto dejándole en su versión actual, acorde con el nuevo catolicismo vigente, en la que ya no figuran explícitamente ateos, masones ni protestantes: «"Minutos de silencio". —Dejadlos para los que tienen el corazón seco.». Mas si que se incluyen implícitamente pues tan sólo siguen siendo hijos de Dios los católicos: «Los católicos, hijos de Dios, hablamos con el Padre nuestro que está en los cielos.», por lo que sigue diciendo lo mismo que antes.

Y la Iglesia Católica actual sigue pensando de la misma manera que entonces, aunque tampoco lo declara de forma explicita. Un ejemplo, cuando habla de la unidad entre los cristianos lo que pretende es que el resto de los bautizados se conviertan al catolicismo, que condesciendan en todo, sin que Roma deba ceder ni un ápice en sus planteamientos. Por lo que con sus obras demuestra que se considera la única iglesia que tiene toda la razón (la única religión absolutamente verdadera).

Pero es que el resto de las iglesias cristianas sienten lo mismo que la Católica: se consideran a si mismas como depositarias de la plena revelación divina y del único camino para llegar a Dios. Por eso no se unen con las demás.

¿Y qué ocurre con las otras religiones? Pues más de lo mismo: cada una de ellas se cree la única verdadera.

Si analizamos esa forma de ser de todas las religiones e iglesias cristianas podemos sacar tres conclusiones principales:

1 — Se consideran a si mismas como la única religión verdadera, por lo que todas las demás están equivocadas.

2 — Los miembros pertenecientes a cada grupo se vivencian como los elegidos de Dios, como sus fieles. Y ven al resto de la humanidad como seres inferiores, como candidatos a la condenación, como infieles a los que hay que convertir a su “religión verdadera”.

3 — Cada grupo religioso produce una división de la humanidad entre ellos, los elegidos, los sujetos de derecho ante Dios; y el resto, los equivocados, los parias, los que mientras sigan siendo infieles carecen de dignidad ante el Altísimo y por tanto de derechos; lo que justifica que puedan hacer con ellos lo que les dé la gana (como insultarlos, difamarlos, torturarlos o matarlos en nombre de Dios).

La materialización de los puntos anteriores se halla en la multitud de barbaridades que han cometido todas las religiones a lo largo de la historia (matanzas individuales y masivas, inquisiciones, guerras santas, etc.).

Volvamos a la pregunta que origina este escrito: ¿Existe la Única Religión Verdadera?

Si cada una de ellas se considera la perfecta, por lo pronto acertamos a descubrir que estarán equivocadas todas menos una (ya que todas no pueden ser a la vez la única religión plena). Y como cada religión aporta datos semejantes de revelación divina, de medios ascéticos, de santidad en muchos de sus fieles, de milagros, etc. eso nos crea una indeterminación para conocer cual de ellas puede ser la plena., y en ese estado de incertidumbre invencible lo único que podemos afirmar de cualquier religión que escojamos es que no sabemos si es la perfecta o no.

Primera conclusión: Lo más que un fiel puede afirmar de su culto es que le ayuda a acercarse a Dios, nunca que es la única religión verdadera, ni que las demás están equivocadas.

Por otra parte, el efecto inmediato de una religión completa ha de ser unir a todas las personas, nunca crear división entre ellas. Pobre religión es la que en vez de suscitar el amor universal propicie el odio de unos hombres contra otros. Hemos visto como cada una de las religiones oficiales exalta a los suyos a costa de deshumanizar y cosificar al resto, lo que produce división, rechazo, violencia, odio, etc., entre sus fieles y los ajenos. Y que nadie se engañe, eso no se debe a los pecados individuales de los hombres, sino a la soberbia colectiva que cada grupo genera al considerarse el único elegido por Dios.

Segunda conclusión: Como toda religión oficial (católica, protestante, islámica, judaísmo, etc.) produce división entre los suyos y el resto de la humanidad, eso implica que ninguna de ellas es la religión plena, la vía única y completa que viene del Cielo y lleva a él, la inspirada al cien por cien por Dios y depositaria de toda la verdad revelada.

¿Puede alguna religión, como hace la católica, afirmar que es la depositaria de toda la revelación divina, que se haya asistida por el Espíritu Santo para no equivocarse y que puede privar del Cielo a quienes excomulgue?

No hace falta ser muy listo para saber que a un niño no se le puede dejar jugar con un arma de fuego, ya que con ella puede causar desmanes impredecibles.

Dios es la máxima inteligencia posible, por lo que es inaudito que le entregue a algunos hombres, unos pobres pecadores, el arma formidable que es el poder cerrar y abrir el Cielo a quienes ellos quieran, toda la verdad revelada, y la maza de la infalibilidad; ya que las usarían para sus fines egoístas, creando con ello grandes desastres a la humanidad (como de hecho ha ocurrido con la Iglesia Católica a lo largo de su historia, por ejemplo cuando excomulgó a quienes mostraban que la Tierra gira alrededor del Sol, o a príncipes y reyes porque no acataban la política del Papa, o a enfermos mentales porque les consideraba poseídos del diablo, y un larguísimo etcétera).

Tercera conclusión: Dios no puede ser infinitamente inteligente y sabio, y a la vez conceder a un grupúsculo de hombres el arma de poder cerrar y abrir la entrada al Cielo, de poseer toda la verdad revelada y de que sus decretos sean infalibles. Como Dios es infinitamente inteligente y sabio, por ello no puede existir ninguna religión que sea poseedora de la infalibilidad, de toda la verdad revelada y de la capacidad de privar o conceder el Cielo al prójimo. Por lo que la religión Católica miente cuando dice ostentar esos atributos divinos.

Todo culto incluye dos partes. Por un lado está su faceta carismática, la que viene de Dios (libros sagrados, medios ascéticos, sacramentos, etc.), y por otro la institucional, la creada por los hombres para difundir y vivir ese carisma (conjunto de estructuras temporales, de leyes y normas, su articulación jerárquica, etc.). Como todos sus gobernantes no encarnan el carisma original, con el paso del tiempo la parte humana de la religión se va alejando de la divina, a la que acaba utilizando como medio coactivo para mantener los egoísmos de sus dirigentes (por ejemplo usando la aterradora arma —a la vez que falsa— de que «quien nos deja se condena»).

Normalmente un culto no aparta a la gente de Dios por su aspecto carismático, sino por los escándalos y la coraza en la que la mete lo institucional, que lleva a ahogar en las personas el don divino que ese grupo proclama. Esta división nos lleva a que abandonar una religión no tiene porqué suponer el hacerlo también con su faceta carismática, sino sólo con la institucional.

Recapitulemos. Ninguna religión es la única verdadera en su aspecto carismático, y nunca en su parte institucional; por lo que tenemos el derecho y el deber de permanecer en una de ellas mientras nos sirva de vehículo para acercarnos a Dios a través del amor y de la entrega real al prójimo; y cuando no cumpla con ese fin, pues entonces también tenemos el derecho y el deber de dejarla.

Y Jesús, ¿dice algo al respecto?

Por supuesto que lo hace. De forma implícita nos indica cual es la religión que hemos de aceptar: aquella que nos lleve a que Él nos pueda decir: «Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver». (Mt. 25, 31-36.).

Como podemos comprobar el Maestro no nos juzga por seguir o no determinado credo, por pertenecer o no a determinada religión; sino que, por el contrario, no cita a ninguna de ellas como mejor que otra, dando con ello por buena a cualquiera que nos lleve a la Verdadera Iglesia de Cristo, a la formada por quienes, con obras, aman y sirven al prójimo. Y —lo repito— todos esos hombres y mujeres de buenas obras constituyen la Única, Verdadera y Santa Iglesia de Jesucristo, la fundada por Él, en la que hay que creer, y a la que lo bueno de cada religión nos acerca.

Por otros caminos hemos llegado a un conocimiento que es de sentido común: el que nos dicta que el medio está ordenado al fin, por lo que nunca el vehículo en que viajamos se puede convertir en el destino. Hemos de adorar a Dios, pero nunca sustituyéndole por la religión que nos lo acerca. Antaño los carruajes de caballos eran un buen medio para viajar, pero ante los coches actuales hemos de abandonarlos, es más, aferrarse cerrilmente a ellos sería un desatino. Lo mismo ocurre con cada una de las religiones existentes, que son simples medios para viajar a lo Divino. Si aquel culto en el que estamos deja de cumplir con su función, pues entonces le debemos abandonar sin contemplaciones.

Termino con unas palabras para quienes renuncian a la religión en la que están porque en conciencia han descubierto que no les acerca a Dios. Por todo lo dicho, tienen el derecho y el deber de actuar así. Es más, mi opinión es que si obraran de otra manera se ofenderían a si mismos y a Dios por permitir que ese culto les aparte de Él.

sábado, 18 de noviembre de 2006

Las Manipulaciones Ocultas De La Ley Antitabaco

Diciembre de 2005.

No hay duda, aunque sólo fuere por sentido común, que aspirar humo en exceso tiene que ser perjudicial para la salud. Si el tabaco es una droga que mata en España a 50.000 personas cada año, como nos muestran las estadísticas oficiales, entonces: ¿Por que no se prohíbe la venta del tabaco, como se hace con las demás drogas dañinas, en vez de permitir su compra libre para después acosar al fumador para que no lo consuma? ¿No es un contrasentido?

En España hay algo más de 12 millones de fumadores y, según encuestas, el 70% quiere dejar de fumar, por lo que si no lo hace, al precio que está el tabaco, es porque no puede. Hay que considerar que gran parte de ese otro 30% restante que no quiere abandonar el vicio es porque se sienten tan adictos físicamente a la nicotina que consideran imposible lograrlo. Según últimas estadísticas, tan sólo consiguen dejar el hábito un 2% de los que lo intentan con “fuerza de voluntad”, lo que les supone una gran penalidad y para muchos, además, ganar varios kilos de peso (una media de diez por persona). Si la colectividad de los fumadores quieren dejar de fumar pero no lo hacen, no porque no quieran, sino porque su enfermedad (el tabaquismo) se lo impide; si lo verdaderamente eficaz y barato contra ese hábito es aplicar terapias médicas y psicológicas cuyo éxito permite asegurar la erradicación del mal (con un coste de 180 € por persona, según un informe de médicos de la Seguridad Social); si las campañas antitabaco son tan inservibles sobre los adictos a la nicotina como lo sería el publicitarles a los sedientos que dejen de beber agua; si el tabaquismo es considerado por la OMS como una enfermedad adictiva crónica con posibilidades de tratamiento... Entonces, ¿para que se implantan esas leyes en vez de crear centros especializados en curar a los fumadores? ¿Por qué se empeña la Administración en no sufragar los gastos de deshabituación del tabaco invirtiéndolos en su defecto en campañas tan poco útiles? ¿Acaso el Gobierno desconoce que fumar es una enfermedad muy difícil de erradicar sin tratamiento especializado y no una moda que las personas puedan deshacer sin esfuerzo, tal y como sería el dejar de comer pipas de girasol?

El Gobierno tampoco puede excusarse de no crear más centros de terapia para fumadores, ni de costear la medicación a través de la Seguridad Social, alegando que no hay dinero para ello, pues leo en los presupuestos del Estado para el 2006 que las administraciones (central, locales y autonómicas) tienen previsto recaudar 6.362 millones de euros por impuestos sobre el tabaco. ¿No es justo que la Administración invierta parte de esas ganancias que le ha expoliado a los fumadores en curarles?

Los gobernantes anuncian a bombo y platillo para el 1 de enero de 2006 su mínimamente eficaz ley antitabaco (porque no actúa sobre las causas del mal), y mientras tanto permite a las tabacaleras que comercialicen cien marcas de tabaco a bajo coste (a menos de 1,5 €), lo que se traduce en que habrá un 12% más de fumadores, especialmente jóvenes, lo que se supere el número de aquellos que lo abandonen a causa de esa ley. ¿En qué quedamos? Si la Administración predica que el encarecimiento del tabaco dificulta fumar, ¿por qué entonces permite disminuir su precio unos meses antes de aplicar la nueva ley antitabaco?

Cada marca se suele comercializar al mismo valor en dos versiones: la normal y la baja en nicotina (light). Pero a la vez hay otras que son específicamente pobres en contaminantes, las ultralight. Un paquete de tabaco rubio light normal (2,10 €) contiene 10 veces más nicotina, alquitrán y monóxido de carbono que una ultralight (2,75 €), pero esta última cuesta 65 céntimos más que aquellas. Estoy de acuerdo con que el ultralight lleva más elaboración, lo que le encarece, pero también que el 80% de lo pagado en España por el producto son impuestos. Si el tabaco daña tanto a la salud como las administraciones nos cuentan, ¿no sería lógico que las marcas más beneficiosas fueran las más baratas a costa de una disminución de los impuestos que las gravan?

A partir de enero de 2006 los propietarios de restaurantes y bares pequeños eligen entre hacerlos de fumadores o no. Un 30% de la población es adicta a la nicotina, por lo que ahora fuman en esos locales tres de cada diez clientes. Tras la aplicación de la ley antitabaco los fumadores irán a donde puedan hacerlo, por lo que casi el cien por cien de los usuarios de los locales que permiten el tabaco serán fumadores. Por tanto, a partir de la implantación de la nueva ley se concentrara allí el humo que antes se repartía entre la totalidad de los establecimientos existentes, lo que causará más perjuicio a sus consumidores. Conclusión: unos locales acumularán la toxicidad del humo de todos los fumadores y los demás nada, por lo que el daño a las personas será el mismo pero distribuido de otra forma.

Además de los gastos de acondicionamiento de los bares y restaurantes para adaptarse a la nueva ley, las empresas han de permitir unos tiempos para que los empleados salgan al aire libre a fumar. Muy pronto los no fumadores se han apuntado al carro y piden para ellos los mismos permisos, porque si no, aducen, es una discriminación que favorece el descanso del fumador. Tres paradas por jornada laboral les supone a las empresas una perdida de 14 días de trabajo por empleado y año, con un coste medio estimado de unos 800 euros. Aunque en realidad es todavía mayor, puesto que cada una de esas interrupciones del trabajo suponen una perdida de concentración mental del empleado en los momentos previos a hacerla, y de los siguientes a la reincorporación. ¿Por qué la ley prohíbe explícitamente «que se habiliten espacios para fumadores en las empresas» obligando con ello a que los empleados pierdan el tiempo saliendo a la calle a fumar? ¿Por qué la Administración no actúa aplicando los medios eficaces subsiguientes a considerar al fumador como el enfermo adicto que es y que por tanto necesita un tratamiento médico específico para deshabituarse del tabaco, en vez de imponer leyes poco útiles y que además dañan la economía empresarial y nacional?

La falacia de que esa ley protege a los menores. Los jovenes no podrán entrar en los locales en donde se permita fumar. Y con eso el Gobierno se queda tan fresco, creyendo que así protege a la juventud de los males del tabaco. La realidad es muy distinta. El empleado se va a sentir acosado en el trabajo para no fumar, pero como es un enfermo adicto a la nicotina que no puede abandonar la droga, lo que va a ocurrir es que fumará en su casa todo lo que no le han permitido en el trabajo, por lo que indirectamente intoxicará mucho más a su mujer e hijos, lo que supone que esa ley daña mucho más al menor que lo estaba antes de su aplicación. Además, según una encuesta reciente, los jóvenes de entre 12 a 18 años fuman más marihuana que tabaco. Es la consecuencia lógica de las ineficaces medidas antitabaco. Como la enfermedad de fumar se contrae por culpa de una sociedad y unos gobiernos que no atajan las causas que la provocan, como por otra parte ponen el tabaco a un precio prohibitivo para la economía de los jóvenes, y como la marihuana de contrabando les es accesible, pues entonces se da la paradoja que arrojan las encuestas: los adolescentes consumen más marihuana que tabaco.

Las actuales leyes antitabaco, en especial la del 1 de enero de 2006, son inhumanas, ilegales e inconstitucionales. No olvidemos que el fumador no es alguien que enciende un cigarrillo porque quiere dañarse a si mismo y a los que tiene a su alrededor, tal y como es tratado por los gobiernos con sus coactivas leyes, sino un enfermo, una persona que fuma porque no puede hacer otra cosa, y que además pide a gritos tratamientos específicos que le ayuden a salir del hábito, y no con la violencia de una norma que no contempla su patología. De la misma manera que un sediento busca agua para calmar su sed, el fumador siente esa pasión por el cigarrillo; ya que, entre otras razones, necesita la nicotina para mantener su estabilidad psíquica y emocional, para concentrarse (especialmente cuando trabaja) y para amortiguar su agresividad. Por lo que impedirle fumar en el trabajo, o durante largos periodos de tiempo, o mirarle de mala manera, como si fuera un degenerado, cuando enciende un cigarrillo, tal y como las leyes empujan a que se haga con él, es una violencia, un acoso hacia alguien que es un enfermo y al que precisamente se le agobia a causa de su enfermedad. El artículo 5 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos anuncia: «Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes». Es cruel, inhumano y degradante que a un enfermo (el fumador) se le prive durante su trabajo de un elemento que necesita (la nicotina) para sentirse cómodo y para realizarlo bien. Como todo lo anterior es lo que busca la ley antitabaco, por lo tanto esa normativa es cruel, degradante e inhumana. El artículo 14 de la Constitución Española dice: «Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social». La enfermedad de adicción a la nicotina es una «condición y circunstancia personal y social», que además es inculcada por la sociedad, ya que nadie sería fumador si ella no vendiera el tabaco (ni hubiera fomentado su uso durante siglos). Por ello, esa ley es inconstitucional ya que perturba, acosa, discrimina y obliga al enfermo de tabaquismo a prescindir de una sustancia que necesita, y le violenta sin que simultáneamente ponga a su disposición los medios médicos necesarios para que se cure.

El Gobierno esgrime que con esta ley protege los derechos del que no fuma. El fumador pasivo, como parte de la sociedad que es, induce a fumar por permitir la venta libre del tabaco, por no exigir que se apliquen las terapias especificas para curar a los adictos; se aprovecha económicamente de los fumadores, puesto que le eximen de pagar de su bolsillo los impuestos que se recaudan con el tabaco, que ascienden a 180 € (30.000 pesetas) por persona y año. Si se quieren comer huevos fritos habrá que soportar el humo de su preparación, si porque hay fumadores una familia que no lo es, compuesta por el matrimonio y sus tres hijos, se ahorran en impuestos 150.000 pesetas al año entonces han de aguantar también su humo. Y si no quiere hacerlo, pues que pague de su pecunio esa cantidad, y que después presione lo suficiente a sus dirigentes para que la sanidad pública trate y costee la curación de los adictos a la nicotina, tal y como hace con las demás drogas (cocaína, heroína, etc.). Pero mientras tanto, lo que es incomprensible es que el fumador pasivo alegue que le daña el humo de quien fuma, después de tener la cara dura de aprovecharse de los impuestos del tabaco, y que ose maltratar al fumador con leyes que, además de inhumanas e inconstitucionales, son ineficaces para erradicar el problema, tal y como son las que las administraciones han lanzado hasta la actualidad.

Dice el refrán que obras son amores y no buenas razones. Por sus obras hemos comprobado como el Gobierno no desea erradicar el mal al no prohibir la venta del tabaco, al no costear tratamientos eficaces, al abaratar el precio de muchas marcas, lo que compensa con creces los fumadores que se pierden; al esgrimir demagógicamente la figura del fumador pasivo, etc.. Por lo que con su conducta el Gobierno nos está gritando: ¡Fume, por favor!

Pero, ¿por qué los gobiernos occidentales imponen este tipo de leyes aun sabiendo que en esencia son antieconómicas, ineficaces para erradicar el mal, inhumanas, e inconstitucionales; en lugar de poner en marcha equipos médicos que traten a los fumadores, lo que sí que terminaría de verdad con el tabaquismo?

En primer lugar, nos salta a la vista que lo hace por cuestiones monetarias. Que haya fumadores le supone al Estado grandes beneficios que ningún gobierno quiere perder. Las administraciones (central, locales y autonómicas) tienen la desfachatez de anunciar que para el 2006 recaudarán en impuestos sobre tabaco un 21,4% más que en el 2005, por lo que indirectamente reconocen la ineficacia de la nueva ley. El 80% de lo que el consumidor paga por el tabaco va a las arcas del Estado. Eso es mucho dinero, como dijimos antes, para 2006 le supone una ganancia de 6.362 millones de euros, o lo que es lo mismo, un billón cincuenta y ocho mil quinientos cuarenta y siete millones setecientas treinta y dos mil de las antiguas pesetas (1.058.547.732.000 ptas.). (Recordemos que prácticamente nada de lo ganado se emplea en curar al fumador de su enfermedad adictiva.) Entonces, para que ese negocio no naufrague lo que hace la Administración es crear leyes lo suficientemente ineficaces para que no erradiquen el mal, pero que ante los ojos de la sociedad parezca que llevan ese camino. Para rizar el rizo, so capa del sofisma de que cuanto más caro es el tabaco menos gente lo consume, los gobiernos lo elevan de precio con mucha frecuencia para enriquecerse aún más con el porcentaje que se aplica a lo subido. Sería tonto que un empresario perdiera un negocio cuyo margen de beneficio es de 8 de cada 10 euros. La Administración tampoco es imbécil, por lo que hace la pantomima de aplicar leyes que dice son para erradicar el tabaquismo, pero, eso si, poniendo mucho cuidado en que sean inútiles para tal fin, lo que además le permite poner producto a unos precios prohibitivos, que pagan quienes no son capaces hacer otra cosa que comprarlo: los esclavos a la nicotina.

Poderoso caballero es don dinero. Con lo visto más arriba queda comprobado como el afán de seguir enriqueciéndose es el responsable de que los gobiernos creen leyes antitabaco intencionalmente hipócritas, que por una parte predican la disminución del número de fumadores y que a la vez son hechas lo suficientemente ineficaces para que lo consigan.

Mas ahora nos preguntamos: ¿Por qué los gobiernos tienen que complicarse la vida poniendo en marcha esas normativas si deliberadamente desean que sean infructuosas? ¿No habría sido más fácil dejar las cosas como estaban antes, cuando se permitía fumar a todo el mundo en donde quisiera? ¿Dónde está la necesidad de acosar a los fumadores si en realidad no se quiere que dejen de fumar? Si lo que el Estado busca es enriquecerse a costa del tabaco, y ya lo conseguía antes de implantar estas leyes inútiles, inhumanas e inconstitucionales, ¿qué finalidad tiene entonces imponerlas?

Estudiando la época en que comienzan a implantarse las leyes antitabaco, a mediados del siglo XX, encontramos una asociación muy curiosa: es también el momento en el que irrumpe en Occidente la revolución sexual por la que se liberaliza el uso del sexo en todas las capas sociales. Cuando comienza a aflojarse la represión sexual imperante desde la Edad Media es cuando Estados Unidos de América empieza a aplicar sus agresivas leyes contra los fumadores, a las que le siguen las del resto de los países, incluida España, como meras copias. También coinciden en ese tiempo los movimientos contestatarios y de lucha contra el orden establecido. En todo Estados Unidos brotan grupos hipíes con su slogan “Haz el amor y no la guerra”; surcan todo el país manifestaciones en contra de la guerra de Vietnam, los negros reivindican sus derechos de forma pacifica o no, etc.

¿Tendrán algo que ver entre si la liberación sexual, los movimientos contra el orden establecido y la aparición de las leyes antitabaco?

Pues claro que sí. El individuo desestabilizado es muy fácil de mandar, y a lo largo de la historia todos los gobernantes han buscado que sus súbditos estén neurotizados para así poder manipularlos cómodamente. En épocas anteriores, un gran método para lograrlo fue el exceso de represión sexual. En el hombre la energía del sexo está siempre activa, cada impulso libidinoso frustrado intranquiliza a la persona provocándole irritación, aumento de la agresividad, obsesión por el tema erótico, moviliza su fantasía, le lleva a gastar la energía en otra tarea (tal y como practicar deporte), transfiriendo su demanda hasta obtener un placer de otro tipo (por ejemplo, al comer), etc.; lo que lleva a que la persona muy reprimida carezca de fuerza para oponerse a las arbitrariedades de la autoridad. Eso explica la correlación que hay entre la liberación sexual estadounidense con los movimientos sociales de lucha contra la autoridad. ¿Y qué hace la clase dominante entonces? Cuando los gobiernos se quedan sin el mecanismo neurotizante por excelencia del que habían dispuesto hasta entonces, lo resuelven buscando un sustituto. Se preguntan: ¿Qué elemento existe al que buena parte de la población sea adicta y del que su represión nos permita dividir a la sociedad? Y el tabaco es la respuesta. El tabaquismo es perfecto para sus fines manipuladores: Es una enfermedad adictiva que no se erradica a no ser con un tratamiento especifico, por lo que si no se concede esa ayuda siempre habrá fumadores. Si se hacen a la vez campañas discriminatorias contra el fumador se logran dos fines con una sola acción: Los fumadores se sentirán acosados, culpables por su enfermedad, un deshecho de la raza, y presos de un mal del que no pueden escapar, por lo que se desestabilizarán. Y además permitirá que los no fumadores vuelquen su agresividad contra los que fuman y viceversa, provocándose así un enfrentamiento permanente entre ambos sectores sociales lo que les distrae la atención y las fuerzas para que así no las puedan dirigir hacia la incapacidad de los gobernantes. Visto y hecho. Acaba la etapa de represión sexual y comienzan las desestabilizadoras e ineficaces campañas antitabaco.

Alguien puede pensar que ésta es una simple hipótesis, ajena a la realidad. Para mostrar con un ejemplo como los gobernantes buscan y propician esas desestabilizaciones y la neurotización social subsiguiente, voy a copiar un texto, que si bien pertenece a la novela de Milan Kundera “La insoportable levedad del ser”, las situaciones que narra son reales. La ficción la dan los personajes, pero no el entorno histórico en el que se mueven.

«Las terneras pastan en el prado, Teresa está sentada sobre un tocón y Karenin [su perro] se apretuja contra ella con la cabeza sobre sus rodillas. Y Teresa se acuerda de que una vez, quizás hace diez años, leyó una noticia de dos líneas en el periódico: decía que en una ciudad rusa habían matado a tiros a todos los perros del lugar. Aquella noticia, poco llamativa y aparentemente insignificante, le hizo sentir por primera vez miedo de ese país vecino, excesivamente grande. / Aquella noticia fue una anticipación de todo lo que sucedió después: durante los primeros años que siguieron a la invasión rusa, no se podía hablar aún de terror. Dado que casi todo el país estaba en contra del régimen de ocupación, los rusos tuvieron que buscar a personas nuevas entre la población checa y auparlas al poder. ¿Pero dónde iban a buscarlas si tanto la fe en el comunismo como el amor hacia Rusia habían muerto? Las buscaron entre quienes deseaban vengarse de la vida por algún motivo. Hacía falta unificar, cultivar y mantener alerta su agresividad. Hacía falta ejercitarlas primero en objetivos provisionales. Esos objetivos fueron los animales. / Los periódicos empezaron entonces a publicar series de artículos y a organizar la recepción de cartas de los lectores. Se pedía, por ejemplo, que se eliminasen las palomas en las ciudades. Y se las eliminó. Pero la campaña principal se orientaba contra los perros. La gente aún estaba desesperada por la catástrofe de la ocupación, pero los periódicos, la radio y la televisión no hablaban más que de los perros, que ensucian las aceras y los parques, ponen en peligro la salud de los niños, no tienen utilidad alguna y sin embargo se los alimenta. Se creó tal psicosis que Teresa tenía miedo de que la chusma azuzada le hiciera daño a Karenin. La maldad acumulada (y entrenada en los animales) tardó un año en dirigirse a su verdadero objetivo: la gente. Empezaron a echar a la gente de sus trabajos, a detener, a montar procesos judiciales. Los animales ya podían respirar tranquilos.».

Lo que ese texto nos cuenta es que había un pueblo unido contra una autoridad opresora, ésta considera necesario llenarlo de agresividad y dividirlo, para lo cual azuza a la gente contra un objetivo arbitrario, las palomas primero, luego los perros. Eso rompe la unidad del pueblo al enfrentar las voluntades de los que matan perros contra los que los aman. Y a partir de ese momento ya se puede hacer lo que se quiera con ésa gente porque carecen de la fuerza unificadora que los podría llevar a luchar y a vencer al opresor, quien entonces ya puede permitirse «echar a la gente de sus trabajos, a detener, a montar procesos judiciales». Exactamente lo mismo ocurre con las leyes antitabaco: son inútiles para el fin que pregonan, dividen a la gente, discriminan a los fumadores a la hora de encontrar trabajo, vuelcan la agresividad de los no fumadores contra quienes lo son y al revés, etc.. Lo que se traduce en conseguir un pueblo con la atención obsesionada y la voluntad desgastada, por lo que no rechista ni ante los despidos, ni ante la subida de los precios, ni ante la ineficacia del Gobierno en la lucha antiterrorista, ni ante nada. Y todo ello a costa del sufrimiento de los enfermos de tabaquismo.

Termino con un ejemplo actual. Estamos a finales de diciembre de 2005 y todo el mundo (particulares, prensa, radio y televisión) habla, discute y debate sobre la repercusión de la ley antitabaco en los fumadores, de la reacción de los no adictos, de los bares que serán de un tipo u otro, etc. Pero nadie (particulares, prensa, radio o televisión) habla, discute o debate sobre los siguientes datos de la última encuesta del INE: que sólo el 2,2% de las familias madrileñas llega a fin de mes con mucha facilidad, que más de la mitad de los hogares de Madrid, el 51,6%, tienen algún problema para conseguirlo. Que la situación económica empeorará el 1 de enero ya que lo único que no subirá es el teléfono. Lo harán los taxis un 6,8%, la electricidad un 4,48%, el gas natural un 4,26%, el transporte público un 4,87%, el agua casi un 6%, el IBI (Impuesto sobre Bienes Inmuebles) un 10% y el IPC hasta un 2,5%.

Mas no hay criticas contra la Administración por el empobrecimiento al que nos lleva con esas subidas. ¿Puede haber fuerzas para ello cuando la ley antitabaco acapara toda la atención y las energías del público?

A Modo De Epílogo.
Febrero de 2006.

Leo que al mes de implantarse en España la ley Antitabaco nueve de cada diez dueños de bares y restaurantes pequeños han decidido que sus locales sean de fumadores (90%), lo que me lleva a hacer algunas reflexiones en torno a este dato.

A causa de mis escritos en los que denuncio las incongruencias de las leyes antitabaco actuales, que nadie entienda que estoy a favor del tabaquismo. Todo lo contrario, creo que esta adicción es una plaga terrible de la sociedad que por tanto hay que erradicar. Y por eso precisamente escribo, porque si las autoridades quieren ser conformes con sus obligaciones deberían prohibir totalmente la comercialización del tabaco, o en su defecto asignar todos los beneficios que recaudan por su venta en medios sanitarios para curar de su adicción al fumador; en vez de implantar leyes que en lugar de conseguir ese fin perturban innecesariamente a un tercio de los españoles. «Hay que odiar el pecado, pero no al pecador», reza una máxima de moral, y lo que establecen esas normas es justo lo contrario: que se odie al fumador sin ser eficaces en suprimir su adicción.

Mas ahora sólo quiero felicitar la sensatez del ciudadano de a píe, encarnado en los dueños de bares y restaurantes, quienes en representación del 90% de los españoles, con su acto de propiciar que un 90% de sus locales sean aptos para fumar, le están respondiendo al Gobierno que sus leyes antitabaco son en un 90% discriminadoras, inhumanas e inconstitucionales, por lastimar sin necesidad al fumador un 90% de las veces, algo a lo que ellos ponen remedio permitiendo que se fume en el 90% de sus locales el mismo tabaco que la Administración no pone reparos en vender.

A ver si el Gobierno aprende esta lección que el 90% de los españoles le dan, y reforman de una vez por todas sus leyes antitabaco para que dejen de ser discriminadoras, inhumanas, e inconstitucionales.

viernes, 17 de noviembre de 2006

¿Seré Adicto Al Sexo?

Nuestra cultura occidental mantiene todo lo relativo al sexo como un tema tabú, intocable; que todos disimulamos, ocultamos, e incluso consideramos como de mala educación tratarlo en público. Por ello, aunque 6 de cada 100 personas la padecen, de las que 2 son mujeres, la adicción al sexo es la menos conocida de todas las adicciones; de hecho no fue hasta 1987 cuando la Asociación Americana de Psiquiatría la consideró como enfermedad.

El sexo es una actividad natural que gobernamos, pero si deja de ser así y se convierte en lo prioritario, en una obsesión, cuando llega a controlar y perjudicar la vida de la persona en lugar de enriquecerla, entonces estamos ante un caso de adicción al sexo.

La falta de información sobre el tema puede llevarnos a razonamientos parecidos a los siguientes: «Me encanta todo lo relativo al sexo, ¿seré un adicto a él?», «Llevo un año casado/a y no desaprovecho ocasión para hacer el amor con mi mujer/marido, ¿me habré transformado en un adicto/a sexual?», «¿Son normales mis fantasías sexuales o serán un síntoma de adicción?».

Confió en que al final de este escrito el lector tenga los elementos de juicio necesario para poder dar una respuesta satisfactoria a esas preguntas.

Conducta Del Sexoadicto.

Lo primero a tener en cuenta con respecto a este problema es que es una adicción, y por tanto comparte los patrones de cualquiera de ellas:

—Quien la padece necesita cada vez más sexo para sentirse bien.

—El tiempo dedicado a actividades sexuales es superior al deseado.

—El enfermo niega su adicción. Justifica su comportamiento con todo tipo de excusas, tales como que le gusta mucho, o que no puede dejar de practicarlo porque es muy «macho», etc.

—Toda su vida gira en torno al sexo. Sólo se siente bien ocupándose en lo relativo a esta adicción. Hay una necesidad incontrolable de sexo de todo tipo: relaciones sexuales con otras personas, masturbación, uso de pornografía, etc.

—Tiene síndrome de abstinencia cuando no lo puede practicar (ansiedad, temblores, nerviosismo, insomnio, etc.), que desaparece al «consumir una nueva dosis» de sexo.

—La adicción controla a quien la padece, por lo que no logra reducir sus actividades sexuales aunque lo desee e intente con fuerza.

—Las situaciones cotidianas conflictivas le aumentan la necesidad de sexo.

—No valora las consecuencias desastrosas (a nivel personal, social, laboral, económico y familiar) de su adicción.

En segundo lugar, hay que considerar que la adicción al sexo es una enfermedad, que hace sufrir a quien la padece o a los de su entorno:

—Provoca fuertes sentimientos de vergüenza, vacío y culpa, lo que en ocasiones le lleva a caer en estados depresivos, que paradójicamente intenta mitigar con más sexo.

—La actividad sexual le proporciona placer a la persona sana, pero no al adicto, que siempre está insatisfecho.

—Están incapacitados para el genuino amor. Ven en los demás simples objetos de placer que tan sólo les sirven como «cosas de usar y tirar».

—Las infidelidades le provocan graves problemas con su pareja.

—Su rendimiento laboral se resiente a causa de las interferencias que le produce su obsesión por el sexo.

—Sufren perjuicios económicos por los gastos que realizan al realizar habituales llamadas a líneas eróticas, por acudir frecuentemente a prostíbulos, a salones de masajes, por comprar artículos pornográficos, etc.

—Viven en un constante estado de estrés, en parte por la búsqueda permanente de satisfacer su adicción, y también por el desgaste que les supone ocultar su conducta manteniendo una doble vida.

Causas.

El origen es desconocido, aunque aspectos comunes de la personalidad y biografía de los que la padecen apuntan como desencadenantes a fuertes carencias afectivas durante la infancia, vacío existencial, vivencia de gran soledad, egocentrismo y haber sentido rechazos y humillaciones por parte del otro sexo durante la adolescencia. También es significativo que en 8 de cada 10 pacientes haya antecedentes traumáticos debidos a abusos sexuales.

Durante el acto sexual el cerebro libera endorfinas (de efectos iguales a los de la morfina pero 100 veces más potentes que ella) y otras sustancias químicas responsables del estado placentero que va ligado al sexo. Una hipótesis a tener en cuenta es que el adicto al sexo no lo sea a él sino a esas drogas. Según esta teoría, de la misma manera que el morfinómano se inyecta morfina para aliviar el mono que le produce su ausencia, el sexoadicto hace que su cerebro libere en el torrente circulatorio endorfinas usando para ello el sexo, por lo que la práctica de la sexualidad en estos adictos sería tan sólo un medio para obtener esas drogas internas, que son quienes de verdad le tienen enganchado.

Grados De Adicción.

Como ocurre con cualquier otra adicción, no todos los que la padecen lo hacen con la misma intensidad, ni sus manifestaciones son las mismas. A modo de guía, vamos a hacer una clasificación de la sexoadicción en función de las alteraciones que provocan en la persona y en su entorno familiar y social.

1 —Adictos Temporales.

Es la de aquellos que están «obsesionados» por el tema erótico durante un periodo de tiempo limitado, tras el cuál vuelven a la normalidad. Aunque presentan en mayor o menor medida todos o alguno de los síntomas de la adicción al sexo, en realidad no es tal puesto que esos estados son provocados por situaciones naturales de la vida.

Dentro de este grupo se encuentran los adolescentes, en quienes la irrupción brusca e intensa de hormonas sexuales les lleva a hacer girar su vida en torno al sexo. No es extraño encontrar jóvenes que se masturban varias veces al día, que practican (o practicarían si pudieran) sexo con quien fuere, sin ningún tipo de afecto hacia la otra persona; buscan pornografía por Internet, tienen fantasías eróticas frecuentes, etc. El cuadro es a veces tan intenso que les impiden concentrarse en los estudios, motivo por el cual este periodo de la vida se corresponde en muchas ocasiones con una caída notable del nivel académico. Mas esta adicción es en la mayoría de los casos algo temporal, que cura con la maduración que da el paso del tiempo. Lo más importante a cuidar con estos jóvenes es que reciban la educación conveniente para que sepan evitar embarazos y enfermedades venéreas.

En este apartado también hay que incluir a los recién emparejados, quienes piensan y practican el sexo a todas horas. La naturaleza es muy sabía y hace que durante los dos o tres primeros años de vida en común la unión de la pareja esté gobernada por la sexualidad, con ello se consigue que las primeras fricciones que produce la convivencia queden amortiguadas por la pulsión del instinto, con lo que se permite madurarlas sin llegar a la ruptura (que está imposibilitada por la fuerte atracción sexual).

2 —Adictos Sólo Con Su Pareja.

Es el primer grado de enfermedad, por lo que ya precisan un tratamiento específico. Son personas que están obsesionados con el sexo, como todos los que padecen esta adicción, pero sus prácticas eróticas recaen exclusivamente en ellos mismos (masturbación) y en su cónyuge.

Hace algunos años la prensa difundió la noticia de que a un súbdito alemán le habían concedido la invalidez permanente a causa de su necesidad de hacer el amor con su esposa de ocho a diez veces al día, circunstancia por la que le era totalmente imposible realizar una jornada laboral.

Me viene a la cabeza el caso de un hombre mayor, ya jubilado, cuya esposa solicitaba ayuda para «ver si le pueden dar algo a mi marido para que se calme, porque ya me es inaguantable hacerlo con él seis o siete veces al día».

3 —Adictos Plenos.

Son la de aquellos que extienden sus prácticas fuera de la pareja. En ocasiones lo hacen con su cónyuge y además con otras personas, pero hay muchos que mantienen una sexualidad muy pobre con su consorte y riquísima con los extraños. Son portadores de una doble vida y candidatos a la ruina económica (gastos en prostíbulos, habitaciones de hotel, líneas eróticas, etc.) y familiar (cuando sus infidelidades salen a la luz provocan grandes tensiones con su pareja).

Tratamiento.

Como en el caso del alcoholismo, el primer paso decisivo en la curación de estas personas es que reconozcan su adicción. No se puede hacer nada por ellos mientras vayan por el mundo justificando su conducta. Una vez logrado, los tratamientos fundamentales son de tipo psicológico, con terapias individuales y de grupo, para lograr reafirmar su autoestima, sanar las heridas provocadas por los traumas de abuso sexual, etc. En algunos casos se complementa con psicofármacos, sobre todo ansiolíticos y antidepresivos.

El tratamiento es largo y en él no se busca la abstinencia sexual completa (ya que no es natural), sino reconducir la sexualidad al ámbito de actividad humana enriquecedora que le corresponde.

Para finalizar, como resumen de lo visto, copio un testimonio publicado en Internet de una adicta al sexo. Dice el refrán que una imagen vale más que mil palabras, y no hay nada mejor para comprender este mal que leer lo que nos cuenta una persona que lo padece. (Aclaro que los puntos suspensivos se encuentran en el original.)

«Me siento tan vacía y ese sentimiento de soledad que traté de llenarlo con sexo... necesito sexo todos los días y nunca quedo satisfecha... Sé que tengo un problema, pero me avergüenza que lo sepan mis padres... Incluso quedaba con chicos del Chat para sexo... pero cuando llegaba a casa... me sentía mal y empezaba a llorar... Me odio como soy y me avergüenzo... solo necesito ayuda. Me fui metiendo en un mundo algo no muy bueno por culpa del sexo y cumplir mis fantasías...».

Recetas Para Conservar La Pareja

“Ya no le amo”, “No es la misma persona que aquella con quien me casé”, “De pronto me di cuenta de que no sentía nada por él / ella”, “Antes era un encanto conmigo y ahora parece que soy lo último de sus prioridades”..., son algunas de las frases que oímos en boca de aquellos que han decidido romper su relación de pareja.

Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Hay algo en común en todas ellas que nos pueda desvelar el proceso de deterioro de la unión? ¿Qué es lo que hizo que cambiaran como del día a la noche? ¿Es posible hallar algún método que pueda ser preventivo de ese quebranto?

Para encontrar las respuestas oportunas antes hemos de remontarnos al momento en el que se estableció la relación, identificar los factores que la hicieron posible, y comprobar su evolución a lo largo del tiempo.

¿Por qué los humanos no nos emparejamos por sorteo? Por la sencilla razón de que no nos da lo mismo una persona que otra. ¿Y por que es así? Porque lo que recibimos de quien elegimos como nuestra pareja no lo obtenemos de nadie más.

En nuestra búsqueda nos hemos topado con un elemento esencial de la relación amorosa: En el caminar por la vida hallamos a una persona que nos proporciona lo que nosotros deseamos recibir, a ella le ocurre lo mismo con nosotros, y por eso nos unimos.

“Sentimos un flechazo mutuo”, “Después de conocernos ya no podíamos vivir el uno sin el otro”, “Hubo un momento en el que supe que era el hombre [la mujer] de mi vida”... Podemos comprobar como tras la hojarasca verbal que los humanos empleamos para explicar el porqué nos emparejamos se halla el que ambas partes han encontrado en el otro a la persona que satisface sus expectativas.

Para que se entienda mejor la situación voy a intentar explicarla por medio de una parábola: “La elección de pareja es semejante a un mercader que coloca en uno de los platillos de su balanza el peso de la perla que desea adquirir, y así va con ella por los mercados haciendo que la gente le ponga sus perlas en el otro plato, y cuando encuentra una que equilibra los brazos de la balanza, va y la compra”.

Cada una de las partes de la pareja coloca “sus valores” en uno de los “platillos de la balanza”, cuando se alcanza un equilibrio, para ambos, se establece la relación. Pero cada día trae su propio afán, por lo que siempre hay que mantener ese estado.

He aquí un secreto para hacer duradera la unión amorosa: continuar dando y recibiendo lo suficiente para que los platillos de la balanza sigan equilibrados. Para lograrlo cada una de las partes han de trabajar en un doble sentido. Por un lado ha de hacer ver al otro aquello en lo que le está decepcionando, y a la vez, en lo que le toca, tiene que descubrir y esforzarse en aportar lo necesario para que el equilibrio se mantenga.

Conclusiones prácticas: Siempre, siempre, siempre, hay que mostrar a la otra parte lo que nos molesta de su conducta. Por supuesto debemos buscar el momento oportuno para hacerlo (no cuando estamos indignados), pero nunca nos debemos callar. Y simultáneamente hemos de valorar mucho lo que el otro crítica de nosotros, para después aplicarnos en ponerle remedio.

Veamos un ejemplo. Una mujer aprecia como elemento esencial de su enamoramiento lo cariñoso y sensible que es su novio. Se emparejan, y al poco tiempo las frustraciones profesionales, y de otro tipo, hacen que su marido vuelva frecuentemente a casa con un humor de perros, que paga con ella en contestaciones impropias y faltas de delicadeza, lo que para la mujer desequilibra a pasos agigantados la relación. Si ella se calla esas heridas por no pasar un mal rato, o porque cree que no es para tanto, o porque piensa que esa situación cesará cuando a él le hagan fijo en el trabajo, o por otra justificación semejante, lo único que consigue es que su pareja desconozca el daño que le infringe, lo que le impide evitarlo; y a la larga esa situación acabará en que la mujer sólo se sentirá feliz el tiempo en que su marido no se encuentra con ella, lo que ya son las puertas de la separación. Y a la vez que le cuenta lo que le duele de él, ha de buscar maneras de hacerle feliz para que así la balanza siga equilibrada con respecto a la parte que a ella le corresponde (preparándole comidas de su gusto, manteniendo la casa ordenada, escuchándole sus problemas, no devolviendo agresividad con agresividad, etc.).

Son recetas, a la par que sencillas, tremendamente eficaces, pero claro, partimos del supuesto de que ambos quieren trabajar por mantener la relación. Si uno de ellos deja de rellenar el platillo de la balanza, la separación está cantada. Pero a la vez es raro que alguien sea reticente en no colaborar si se le hace ver bien la importancia que su negligencia va a tener en el futuro.

Pensad y Seréis Libres

El año 1910 hubo un exceso de producción de uvas, los interesados en darles salida pensaron cómo lograrlo e inventaron la tontería de que trae suerte comer una uva por cada última campanada del 31 de diciembre. Nadie pensó ni piensa en el porqué de tal costumbre, y por eso desde entonces repetimos neuróticamente el ritual cada fin de año.

Los gobiernos quieren aplicar una subida innecesaria del agua, por poner un ejemplo, piensan en cómo lograrlo sin resistencias, y empiezan a hacer propaganda de que España es el país de Europa en donde está más barata, hablan de la reiterada sequía, de que hay que valorar el agua, etc., y cuando consideran oportuno que la gente ya está lo suficientemente mentalizada, por lo que no rechistará, van y la suben.

Los manipuladores de masas están inventando constantes campañas para forzar el consumismo superfluo. Así, se sacan de la manga el día de la madre, al principio lo colocan el 8 de diciembre, después comprueban que esa fecha les reporta pocos benéficos por estar próxima a las compras navideñas, piensan de nuevo, y lo trasladan al primer domingo de mayo. Luego ven que la gente les sigue el juego y continúan por la misma línea: paren el día del padre, del jefe, de la secretaria, y por ese camino acabarán imponiendo el del emigrante más cercano, y hasta el día de quien no se rasca nunca la cabeza en público. Y por no pensar ni en el cómo ni en el porqué de esas manipulaciones les llenamos los bolsillos con cuanto nos fuerzan a comprar.

Ante la desaparición de la esclavitud física, los grupos de poder han centrado sus energías en la esclavitud psicológica, para que así su opresión sobre los demás perviva al hacer que la gente sea un títere de sus intereses.

En todos los ejemplos de manipulación antes vistos comprobamos la existencia de los siguientes elementos:

—Alguien que quiere que otros hagan su voluntad, por lo que “piensa” cómo lograrlo.

—La masa a esclavizar, que es propicia para ello precisamente porque acepta como cierto, sin razonarlo, lo que otros le cuentan, porque “no piensa” sobre el cómo, cuándo, dónde, qué, quién y porqué de lo que le están publicitando.

Para librarse de este tipo de esclavitud basta con aplicar el antídoto de “pensar”, de hacerle preguntas a cada información que nos muestren (propagandística, publicitaria o meramente informativa).

Lo primero en cuestionarse es: ¿Quién puede beneficiarse si acepto a ciegas lo que me están contando? Y enseguida identificaremos al “negrero” que hay detrás.

Luego: ¿Qué información están exagerando y cuál me están ocultando?

Así, supongamos que dan el dato de que España es país de Europa en el que los carburantes son más baratos, entonces hacemos las preguntas: ¿Por qué no nos decís también que los sueldos de aquí son también los más bajos de gran parte de Europa, por lo que al ser nuestro nivel adquisitivo mucho menor en realidad a ellos les cuesta menos esfuerzo pagar la gasolina que a nosotros?

Por último, inquirir sobre la existencia de una figura a quién le están creando unos derechos que no se corresponden con el caso presentado, lo que a su vez crea otras personas que se sentirán culpables si no se satisfacen esas falsas expectativas.

Veamos un hipotético slogan: “Si tu madre lo ha dado todo por ti, lo mínimo que debes hacer es regalarle algo en su día”. Que ella lo haya dado todo por ti no fundamenta ni su derecho a recibir un regalo en el momento que un tercero lo diga, ni es tu obligación a obsequiarla en esa fecha concreta. Esa campaña publicitaria crea en las madres unos derechos superfluos, que por una parte las ofenden si no son satisfechos, y una cargo de conciencia en los hijos si no están a la altura de las circunstancias.

“La verdad os hará libres”, dijo Jesucristo, y para encontrar la verdad no hay mejor camino que delimitar las falsas creencias que nos pretenden inculcar, y luego juzgar lo pensado, y repetir el proceso el número de veces que haga falta hasta que se encuentre la meta.