Sí la Iglesia Católica se está quedando sin sacerdotes es por culpa de su Jerarquía que en el año 1059 impuso de forma arbitraria el celibato de sus sacerdotes, y porque desde entonces continúa resistiéndose a que se casen.
Durante nada menos que 1059 años los sacerdotes se casaban en toda la comunidad cristiana. De pronto los jerarcas occidentales buscan como evitar que las riquezas de la Iglesia se vayan a las mujeres e hijos de los clérigos y ¡zas!, les viene la idea genial de impedirles que se casen. En ese año la Iglesia emite un decreto que ordena el celibato de sus clérigos. El resto de la comunidad católica se resiste, pero un siglo después los concilios Lateranense primero y segundo (1123 y 1139) prohibieron explícitamente a sus sacerdotes casarse, y además declararon nulos los matrimonios existentes. Los jerarcas reformistas pusieron en marcha una campaña contra las familias de los clérigos que llevó a sacar de sus hogares, por la fuerza, a sus mujeres e hijos.
De todos los grupos cristianos, los únicos clérigos que no se casan son los católicos del rito latino (occidental), ya que a los del oriental si que les está permitido hacerlo (porque si no fuera así se habrían separado del Papa, junto con los cismáticos ortodoxos, con quienes conviven).
Cuando el Concilio Vaticano II permite que los sacerdotes se secularicen se produce una desbandada tan intensa que a mediados de los setenta casi la mitad del clero español se había secularizado, proceso que ha continuado hasta la actualidad (y más del 90% de los casos fue porque quieren formar una familia). De forma simultanea, y por la misma razón, los seminarios se van quedando vacíos. Todo ello porque los que mandan en la Iglesia se resisten a levantar el celibato que diez siglos atrás impusieron de forma tan injusta.
Por tanto, si la Jerarquía Católica se queja de no tener sacerdotes, que lo arregle permitiendo lo que la ley natural manda: que no les impida casarse por razones ajenas a su voluntad.
Qué Benedicto XVI les levante a sus sacerdotes la obligación de ser célibes, y ya verá como vuelve a tenerlos en abundancia.